La interacción de niños y mayores, una oportunidad de aprendizaje

¿Cuáles son los beneficios de una relación intergeneracional? ¿Cómo puede un mayor incidir en el proceso de aprendizaje y desarrollo de un niño? En Padre Rubinos, la escuela infantil y la residencia de ancianos está separada tan sólo por un cristal transparente, una metáfora de cómo esta institución trabaja con dos colectivos conjuntamente. El por qué se encuentra en los múltiples beneficios de esta relación bidireccional.

Este tipo de relaciones ayudan a promover, en ambos colectivos, valores sociales como la solidaridad intergeneracional, la tolerancia hacia quien es diferente, las relaciones afectivas basada en la unión, la conciencia de valor de cada generación al tiempo que fomentan cualidades como la creatividad o la independencia. De este modo, se impulsa el intercambio de experiencias, conocimientos, formas de ser y de pensar, y se crea una oportunidad de aprendizaje recíproca donde los vínculos afectivos refuerzan a ambos colectivos.

Y es que, gracias a esta interacción entre generaciones, conseguimos, por ejemplo, que las personas mayores se familiaricen y actualicen en relación a los acelerados cambios sociales y culturales que vivimos, -como, por ejemplo, la aplicación de las nuevas tecnologías en el entorno doméstico-, compartiendo espacio con actitudes y personalidades diferentes que les abran visiones novedosas del entorno que los rodea.

Al mismo tiempo, compartir actividades con los más pequeños proporciona a los mayores un ambiente activo y dinámico, a través del cual se fomenta su actividad física, consiguiendo así una actitud más enérgica y positiva. Las relaciones de mayores con jóvenes y niños implican importantes mejora en su salud, y beneficios como la mejora de la movilidad se suman así a ventajas cognitivas, como la reducción de pérdida de memoria y el cambio de una sintomatología depresiva (sentimientos de soledad o aislamiento) a una mejora de la autoestima y el desarrollo de nuevas inquietudes que suponen un nuevo enriquecimiento para ellos.

Por otro lado, los más pequeños y los jóvenes toman conciencia del valor de la generación adulta, aprovechando la actividad intergeneracional para conocer más de cerca la visión y bagaje de los años, comprendiendo el proceso de “hacerse mayor”, la etapa tan lejana para ellos, y asumiendo a los adultos o ancianos como referencia a seguir, y se vencen prejuicios y estereotipos sobre los diferentes grupos de edad. En este sentido, estos programas intergeneracionales ayudan a los jóvenes y niños a mejorar su habilidades sociales, e incluso, pueden incidir positivamente en la mejora de los resultados académicos o en la reducción de compartimiento de riesgo social.

En este sentido, los encuentros intergeneracionales se centran en actividades dinámicas y de cooperación. Actividades artísticas como la música, la pintura o el baile, así como acciones de psicomotricidad y manualidades fomentan el diálogo, la interacción y la motivación de ambos colectivos. Este es el sentido del programa de intercambio generacional Compartiendo experiencia e inocencia, desarrollado por la institución Padre Rubinos, que cada lunes permite a los mayores compartir cuentos tradicionales con los más pequeños, de entre dos y tres años, acercándoles historias de la manera más divertida y dinámica.